“AHORA VOY POR TI” (CREEPY PASTA)
Acostumbramos a ocupar internet muy a
menudo, a estas alturas, la red tiene un papel muy importante en nuestras vidas
y en la manera en cómo nos relacionamos con los demás. Algo usual es, matar un
rato los minutos, saciar nuestra curiosidad revisando los perfiles y cuentas de
otras personas, en las redes sociales, también es recurrente que dentro de
estas, agreguemos como contactos a personas que ni siquiera conocemos; solo por
tener algunos amigos extra, o por tendencia; y en realidad porque no aceptarla,
si después de todo alguien se tomó la molestia de enviártela. No creen.
Era una noche fría, calma, no se oía un solo vehículo en las calles, ni
en ningún lado, estaba solo en casa. Me encontraba sumergido en la pantalla,
como es costumbre de muchos, y mía también. Allí estaba, después de horas y
horas de videojuegos ya sentía esa sensación de insomnio y somnolencia, propios
del abuso del tiempo frente a la computadora.
Me encontraba revisando
mis estados, viendo lo que hacían a esa hora mis amigos. Un video compartido
por la chica que me gustaba, un estado puesto por el amigo poeta y filósofo, de
esos que todos tienen; era como mi
bajativo, mi postre antes de dormirme. Cuando de improviso, apareció ante mis
ojos una notificación, una solicitud de amistad, anunciada por esa
señal tan llamativa que nos avisa la llegada de un acontecimiento virtual
relevante. La acepté de inmediato, y porque no hacerlo, además hace mucho que
no recibía una, es quizás debido a esto que mi curiosidad pudo más y al
aceptarla me fui a revisar el perfil de la tan nombrada persona.
No tenía foto de perfil, no tenía fotos de nada, no
tenía publicaciones, ni siquiera tenía más amigos, de hecho, parecía ser que yo
era su primer amigo, no tenía a nadie más entre sus contactos, tampoco tenía
informaciones de ningún tipo, todo esto me llevo a pensar, ha debe ser nuevo
aquí. Ahí estaba yo, husmeando cada centímetro,
sorprendido de que no ver nada, de que esa persona prácticamente no tuviera
identidad alguna, dentro de la red.
No habían pasado más de
cinco minutos cuando, cuando de improviso, y con gran sorpresa, se conectó y me
habló al instante. Viendo yo, sorprendido la ventanita de conversación
activada, me dispuse a abrirla y leer que era lo que había escrito en ella, decía:
"ayúdame,
ayúdame, estoy"... y no decía
más, le respondí preguntando: ¿Qué sucede?, ¿Quién eres?, ¿De dónde es que me
conoces? Ayúdame por
favor, estoy asustado, llama a la policía por favor, fue lo que
contestó. Luego pensé y este tipo, ¿Me está tomando el pelo?, ¿Qué dices,
porque dices eso?, ¿Qué pasa?, le pregunté nuevamente, casi como si quisiera
seguirle el juego.
Luego decía por partes y
muy mal redactado, lo que me indicaba que parecía ser un niño, un niño pequeño.
Hace un rato, sentí unos
ruidos extraños en mi casa, eran como pasos muy fuertes, era como si arrastraran cadenas o algo parecido,
primero en el techo, oí los ruidos, luego dentro, en la cocina, retumbaba
ferozmente, sonidos ajenos nunca antes escuche algo parecido. No eran ruidos
normales, no eran gatos, no eran personas, ni nada que conociera. Aunque tenía
miedo mi curiosidad pudo más, bajé por la escalera y fui a asomarme, en ese
momento vi como una sombra multiforme, de rasgos toscos y asquerosos, se
paseaba, casi arrastrándose. Un espectro muy consistente al parecer, esa cosa
tiene volumen, es real, es de carne y hueso, está allí, se me aceleró demasiado
el corazón, y me vine corriendo a mi habitación, espero que esa cosa no me haya
sentido. Creo que hay algo extraño en casa. Por favor llama a la policía.
Y luego, cuando yo aún leía
esto agregó; Rápido, rápido por favor, apresúrate, siento que esa
cosa viene subiendo las escaleras, rápido ayúdame por favor.
Al leer esto, me
sorprendí y enojé un poco. Le dije, que no entendía como tenía tiempo
para hacer estupideces como esa. Llama a la policía tú, o mejor a tu madre para
que te de una paliza. Por inmaduro. No, por favor créeme, el celular
está en el otro cuarto, no me atrevo a salir del mío, y quiero que mi hermana
este bien. No le respondí esta vez. Pero de nuevo habló; Los ruidos, se oyeron intensos, escuche unos pequeños y apagados
quejidos, luego el piso retumbó, por favor llama a la policía ahora, por favor,
mi celular está en el cuarto de mi hermana, eres la única persona a la que
puedo recurrir, por favor llama a la policía.
Que está pasando aquí,
pensé, y dentro de mi somnolencia quizás, le respondí, ¿Quién te crees que eres idiota?, ¿Cómo se te ocurre venir y salir con
estupideces como esa?, ¿para eso te creas cuentas, para molestar a la gente?
Con la letra casi inentendible me respondía, No por favor, créeme, por favor, llama a la policía,
llama a mis padres, por favor, estoy asustado, vivo solo con mi hermana grande,
por favor, no tengo a nadie más a quien pedirle ayuda por favor llama a la
policía, llama a un hospital, quiero saber cómo está mi hermana, por favor,
ayúdame, tengo miedo, por favor. Parecía muy angustiado el chico.
Esto está raro pensé, corrían las ideas en mi mente,
pero en fin, decidí creerle. Luego le dije: Huye del cuarto, ve y escóndete. No, tengo miedo, estoy
aterrorizado, los ruidos no cesan, esa cosa se
pasea por la casa arrastrándose, crujen las tablas, se abren las puertas, no me
atrevo a salir, que pasará con mi hermana. ¡Está bien!, de acuerdo, ¿Dime de dónde eres?, le avisaré a la policía,
tranquilo.
No obtuve respuesta alguna del chico, esto confirmaba
mi hipótesis de que se trataba de una broma. Pasaban los minutos y el chico no
respondía, de pronto y como había sido la tónica desde hace un rato, contestó
nuevamente a mis emplazamientos. ¿Hola como estas? Dijo. ¿Qué?,
que te pasa idiota a quien crees que le tomas el pelo le dije enfurecido. ¿No crees que es muy tarde para
estar conectado? me dijo.
Pero que mierda niño, con que me sales ahora, pensé. ¿Qué acaso era
una broma de mal gusto?, ¡no puedes andar
molestando así a la gente! le dije.
Era bastante tarde ya, y
después de tantos minutos de una noche atípica como esta, ya estaba muy cansado
y bastante disgustado. ¿No
crees que es muy tarde para estar conectado? Vivió a decirme, esta
vez llamándome por mi nombre a través del chat. ¿Por qué juegas así
conmigo, te parece gracioso? Le respondí. ¡No es ningún juego!, decía su párrafo. ¿Qué?, le escribí, y no
terminaba de redactar mis nuevas palabras cuando interrumpió.
Debes tener
cuidado, debes ser más precavido la próxima vez, y poner más atención a lo que
haces. Me quedé
pasmado, por el tan drástico cambio. Luego agregó, quizás adivinando mi
desconcierto; ¡Eres un
peligro, eres mi piedrita en el zapato!, todo ha estado bien hasta ahora, hasta
este momento, pero no fue cumpa mía en verdad. Y me siento bastante agradado de
haber podido decirte esto a través del chat, ya que en persona no podría
hacerlo. Hace mucho tiempo que no pronuncio palabra alguna, porque mis palabras
están selladas dentro de mis labios.
Eso fue lo último que
dijo. Ultimo, bueno no sé, ya que me enojé, y apagué el computador, claro sin
antes decirle, que se pudriera y que ojalá sus padres lo castigaran, por haber
sido tan infantil.
A la mañana siguiente al despertar, por el ruido que
mi madre hacía preparando el desayuno, me levante y me senté a la mesa. Viendo
la televisión matutina presentan el noticiario, " Mujer y su presunto hermano,
asesinados". "El crimen fue perpetrado en la madrugada, los
cuartos están derruidos y las paredes parecen rasgadas por uñas, el supuesto
asesino no dejó rastros, los oficiales forenses piden que acudan familiares al
reconocimiento de los cuerpos que no han
podido identificarse. Lo más curioso es que la policía esta
desconcertada, ya que la escena del crimen no revela rastro de participación
humana alguna, no hay huellas, no hay rastros, además hay varias cosas que no
calzan.
En ese momento mi espalda colapsó y un escalofrío me recorrió el cuerpo,
mi corazón se aceleró y el pan que me prestaba a comer se calló de mis manos
empedradas, y mis dedos metálicos. Entré en pánico. Luego dentro del
típico sensacionalismo televisivo, revelaron un inquietante dato más. El computador del chico estaba
encendido, y tenía una conversación con alguien cuando ocurrió
todo. No se
reveló el nombre del receptor, La policía seguirá investigando
el hecho.
Abrumado corrí hacia mi cuarto y me
encerré allí. Minutos después más tranquilo, me dispuse a encender mi
computadora, para así olvidar lo que había sucedido. Debió haber sido un sueño
pensaba. Inicie sesión para disipar
dudas, abrí mi perfil y lo primero que vi,
y casi crispado mi cuerpo, "un mensaje pendiente", de la presunta conversación anoche, esto
reformateo mis ideas poniéndome en mi lugar, acaso todo había sido real, acaso
yo era el de la conversación.
Con la respiración a
mil por hora, casi desfallezco al leer lo que decía el mensaje, "ahora voy por ti",
se leía.
"ARACNOFOBIA" (CREEPY PASTA)
Se suele decir mucho que la realidad supera a la ficción, y
lo inquietante de la siguiente historia es que es algo que nos podría pasar a
todos, algo que no se reserva a los libros de fantasía, algo que traspasa y
toca muy de cerca los márgenes de nuestra realidad.
Fernanda era una chica normal, no tenía vicios, no trataba a
su cuerpo de ninguna mala manera, nada había que le diera un hallazgo, una
respuesta a los síntomas extraños de los que estaba padeciendo hace ya algunas
semanas.
Ella tenía una vida tranquila, se levantaba por las mañanas,
igual que todos los adolescentes, comía su desayuno, para luego pasar el resto
del día en la escuela. Ocasionalmente se paseaba con sus amigas por la playa,
después de clases, entre otras actividades de fin de semana, su vida era la de
una chica estándar; tuvo una buena crianza, unos padres cariñosos, nada parecía
ser factor de algún tipo de trastorno. Un día, sus padres como regalo,
decidieron remodelarle todo el cuarto, desde la cama hasta el velador, todo
nuevo. Ella estaba contentísima, esto traía nuevos aires para ella; pero es
aquí donde se comienza a escribir una de las experiencias más desesperantes que
pueda vivir una persona. Ese mismo día, a eso de la media noche, ella se despierta,
sentía en su cuerpo algo que la perturbaba enormemente, sentía un cosquilleo
incesante en toda su cabeza, era como una especie de migraña, pero dolor de
cabeza no era, era una comezón, lo sentía dentro del cráneo, le pareció rarísimo,
ella nunca había sido muy propensa a enfermarse.
Los primeros días no le preocupó más de lo normal, era un
simple malestar, además ocurría solo en las noches, quizás paso por algún
periodo de stress, se decía ella. Se tomaba una par de aspirinas, y la sensación
cesaba, pero ya en los días posteriores, no le resulto esta jugada, tomaba una
pastilla, con la esperanza de paliar la dolencia, pero ya no le hacía ningún
efecto, y era tan molesta la sensación que ya no podía volver a dormirse. Quizás
una simple molestia como esa no era la gran cosa, a comparación con una
migraña, o una meningitis, ya que no le causaba dolor, pero créanme que a
cualquiera, ya pasados tantos días, le comenzaría a torturar, sentir esa
sensación de tener algo dentro de la cabeza; y eso era lo que era para Fernanda,
una tortura; sentir como si algo pugnara por salir, y que en cualquier momento
le fuera a romper el cráneo. Y no era algo casual, porque comenzó a ser un
drama de todas las noches.
Como buena chica inteligente, pero también ingenua decidió
tratar de resolver el problema por si sola, no les comento nada a sus padres
tampoco le conto a sus amigas por miedo a que la trataran de loca, tampoco
quería terminar en un manicomio, pensaba ella. Comenzó a investigar sobre
enfermedades físicas y psicológicas, buscando en internet ya un tanto
desesperada, decidió hacer caso a un consejo medio en broma que le dieron en un
foro, pero que ella le dio mucho valor; pensó que la marihuana podría ser una
alternativa, con la excusa de calmar dolencias, de relajar, y ya que esta tenía
un efecto directo en el cerebro, a ella le pareció razonable. Así fue que en la
noche se fumó un cigarrillo con esta sustancia, era la primera vez que consumía
algún tipo de droga. A los pocos minutos comenzó a sentir los efectos del
alucinógeno, y así se quedó dormida plácidamente y con una sonrisa en la cara,
pero cuando llego la media noche, se despertó y lanzo un llanto, lloró como no
lo había hecho nunca, se asustó mucho, porque aun así, después de todo lo que
hizo, la cabeza le picaba, le molestaba increíblemente a estas alturas. Se
rascaba en la mollera, con una rabia frustrada, luego en la frente, sobre los
oídos, era como si fuera un escalofrío, pero desesperante, se rascaba la cabeza
con violencia tratando de parar la comezón, le dolía, desataba su frustración
rascándose, aun así no paraba, de la
parte frontal el cosquilleo se iba a la zona del cerebelo, era una ironía biológica.
Creo yo que no existen palabras adecuadas para describir la desesperación que se
siente al no poder hacer nada ante un problema, que supera los parámetros de lo
físico, que involucra nuestra propia salud mental, y nuestro en entendimiento
de la realidad. Porque esto era por lo que pasaba Fernanda, ella creía, después
de tanto, que podían ser alucinaciones; el problema ya estaba jugando con su
integridad psíquica. Así se pasaba las noches, tirándose el pelo, vencida,
postrada sobre su cama, marchita. Ni siquiera sabía en que momento cesaba el
síntoma, ya que despertaba en la mañana, y ya se sentía bien, el drama
psicológico que estaba viviendo era devastador.
Fernanda era una chica normal, esto lo repito, no se lograba
explicar porque le pasaban estas cosas a ella, lo más grave era que su
integridad emocional comenzaba a verse afectada, y ciertas ideas rodeaban en su
cabeza.
Una noche, su madre la escucho llorar, y fue a verla, la
encontró como una loca, arrinconada en su pieza, con el pelo tomado con los
puños, totalmente derrotada en una esquina.
La madre, la abrazo y la consoló, la chica aun así no dijo
nada, porque justo en ese momento tomó una determinación, a su madre le dijo
que era un problema sentimental.
En los días posteriores la chica se dedicó a la
retrospección y al análisis estaba segura de que su salud mental era la misma
que tuvo desde el nacimiento, y que el problema era netamente biológico. Mejoró
sus hábitos alimenticios, cambio sus actividades diarias, movió de lugar y
reacomodó toda su habitación. Todo esto durante un periodo de insomnio, ya casi
no dormía. Estuvo mucho tiempo así descartando posibilidades.
Después de pasados varios días, y dentro de su absoluta
subjetividad, llego conclusión de que, algo externo a ella le estaba causando
la enfermedad, de que algo o alguien quería causarle sufrimiento, aunque no
sabía bien que, no era muy lógico, pero se aferró a esto. Se le ocurrió, tomar
un espejo, uno que estaba en el baño, y lo clavo en el techo, justo arriba de
su cama, con la idea de tener una vista total de sí. Mientras lo miraba
centenares de ideas le merodeaban la mente. Eran eso de las seis de la mañana,
recién comenzaban en el este a salir los primeros rayos del sol. En esto se
despertó a raíz de una comezón que esta vez la sentía en su oído. Mirándose al
espejo que había colocado sobre si, es testigo de lo más horripilante que pudo presenciar
en ese momento, quedó paralizada, era la explicación menos pensada, nadie en su
sano juicio pensaría nunca que tal horror existiera, la realidad superaba a la
fantasía por muchísimo, la crudeza de la verdad le dio el espanto de su vida.
Lo que observó fue
que, mirando con espanto al espejo del techo, vio como de su oído izquierdo se
asomaba una araña, del tamaño de una mano, salió y camino por la almohada hasta
un pequeño agujero que esta tenía y allí
se metió.
La chica nunca hubiera imaginado que tales cosas pasaban.
Supongo que para todos es muy difícil creer que estas
situaciones puedan ser ciertas, sin embargo no escapa a las posibilidades que
el mundo nos entrega, esto es lo más escalofriante.
Esta araña salía cada noche de su escondite y se metía en la
cabeza de Fernanda, quien sabe cómo, quien sabe porque, pero eran las
actividades de esta criatura, dentro de lo que para ella era un hábitat más,
las que ocasionaban las molestias de la chica, no eran alucinaciones, no era un problema
biológico, simplemente un axioma más de la realidad que cada día conocemos.
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